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lunes, 23 de marzo de 2015

Horrores literarios

Es posible que este artículo que ahora empiezo pueda parecer sesgado por mi no afición a la novela romántica, pero creo que lo que comento es aplicable a todo género literario existente, y quien lo lea estará de acuerdo conmigo.

Hoy he visto en Facebook el anuncio de un nuevo libro de una editorial a la que no tenía echado el ojo,aunque sí conozco gente vinculada a ella. Siempre que conozco una nueva editorial, no puedo evitar visitar todas sus páginas, para ver sus novedades, fijarme en sus autores/as, etc.

Esta editorial en concreto, cuyo nombre omitiré, como suele ser mi costumbre, se ha venido centrando inicialmente en novela romántica, que todos sabemos que está de moda y vende. Hasta ahí, todo correcto y una estrategia de marketing tan válida como cualquier otra. Lo malo es cuando, al abrigo de lo comercial, se publican horrores que cualquier lector de una editorial mínimamente seria hubiera rechazado sin llegar a la segunda página. He invertido una hora de mi vida —ya dada por perdida, la hora, no la vida— en leer en Amazon las primeras páginas de cuatro novelas de la mencionada editorial.

Como autor que se avergüenza hasta el infinito —lo juro— cada vez que veo una errata en una obra mía ya publicada, me parece increíble que se pueda publicar una novela que tiene, de media, dos o tres faltas de ortografía por página, sin contar las comas colocadas como queriendo poner la zancadilla al lector, o los párrafos redactados con un nivel tan simple que no valdrían ni para una redacción de lengua en el colegio.

Todo esto me lleva a hacerme varias preguntas, de las cuales quiero sacar una serie de reflexiones que —en mi modesta opinión— todo autor y editor debería plantearse:

1) ¿Nadie corrige nada en esa editorial? Entiendo que, como dice el refrán, «hasta el mejor escribano echa un borrón», pero no me creo que nadie haya reparado ni siquiera en las palabras mal acentuadas. Es más, si han leído el manuscrito, han tenido que detectar que el exceso de comas te obliga a pararte en puntos del texto donde la pausa es, por lo menos, anti natural.

2) ¿Nadie se da cuenta de la imagen que dan? Para un escritor puede ser —y es— un gran lastre el publicar un libro mal corregido, como lo es para la editorial, pero es que en estos casos me duele pensar que la editorial no repare en el daño que está causando al autor. Si la historia les ha parecido tan buena como para obviar las faltas de ortografía y la redacción deficiente del autor, ¿tanto les cuesta decirle que pula el texto? Vale que puede ser, como en este caso, una editorial pequeña y falta de medios, pero eso no es óbice para decir al autor que debe mejorar el nivel de lo escrito y que reconsiderarán su publicación si lo hace. El autor es libre de sentirse ofendido por esto y llevar su manuscrito a otra editorial, pero a nadie ayuda dejar pasar cualquier texto, como si tuvieran miedo de perderlo y que se lo llevara una editorial más grande. Un consejo: como ya he apuntado más arriba, en esa hipotética editorial más grande, el lector a quien le pasen el manuscrito, si llega tan lejos, no pasará de la primera página.

Hace mucho tiempo escribí un artículo sobre si es más importante la forma o el fondo, y muchos habrá que digan que la forma no importa si el fondo lo merece, y se equivocarán de parte a parte. Por muy interesante que pueda parecer una historia, muchos más serán los lectores que no terminen de leerla si está mal redactada. Como se suele decir (más o menos): « si me engañas una vez es culpa tuya, pero si lo haces dos, la culpa es mía ». Alguien que compre una novela de ese autor es muy posible que no vaya a por una segunda, si la calidad del continente no está a la supuesta altura del contenido.

Preveo la temprana desaparición de esa editorial. Debería sentir pena por ello, pero lo cierto es que sentiré alivio cuando así sea, si siguen en esa misma línea de publicar lo que sea en el estado en que esté. Y no me vale la excusa de que si lo compras en ebook en Amazon te sale por uno o dos euros, porque sé que algunos libros de la editorial a la que me refiero, con el mismo paupérrimo nivel de redacción, se venden en papel por dieciocho.

En fin, podría acudir a los clásicos de la publicidad, como que «la potencia sin control no sirve de nada» o «vale más calidad que cantidad» pero lo cierto es que sé con seguridad que a los autores de semejantes editoriales esto les entrará por un oído y les saldrá por el otro, mientras se escudarán en el consabido «yo escribo como quiero, tengo mi propio estilo» o «lo que importa es la historia». Por suerte, su historia será corta. Espero que tengan un trabajo de oficina que les dé de comer o padre/madre/marido/mujer que les mantenga.


P.D.: ¿Pataleta? Es posible, pero también es cierto que cuando has estado una semana, como yo la pasada, repasando galeradas de una novela, dejándote los ojos y las horas de sueño en leer una y otra vez más de 200 páginas, te revienta que ciertas “editoriales” saturen el mercado literario de este país, que ya lee poco, con obras de ínfima calidad que desanimen a nuevos lectores. No será así como nos quitemos el estigma de escribir peor literatura que fuera de nuestras fronteras.

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